lunes, 26 de marzo de 2012

Soñando el Futuro

Juan despierta de su sueño, con el sonido de su alarma, que conectada a la electricidad parpadea y emite un sonido que va progresando con el paso de los segundos. 


Cuando logra incorporase una voz muy melodiosa similar a la de su esposa, se se escucha por los altavoces, es Mastiu, su robot ayuda,  que le acompaña en los deberes de la casa y en algunos aspectos de su vida, y que como cada día responde a la programación de su sistema le dice: hola señor Juan, temperaturas agradables para este lunes 26 de junio del 2042. ¿Desea tomar la ducha a la temperatura programada? o  ¿pasará de ella hoy? -temperatura programada, dice Juan.

 Mientras se ducha, Juan programa con su voz, lo que quiere que suceda en los próximos 30 minutos: ordena lo que quiere desayunar, le indica que quiere conocer las  principales noticias de los periódicos del mundo. Indica a Mastiu que revise su coche para su salida al trabajo en los próximos minutos. Mastiu pone el desayuno y de forma pausada le narra los titulares de las principales noticias para este día. En ocasiones Juan le pide que amplíe ciertas noticias de su interés y en la que establece conexión con  pantalla lcd colocadas tanto en la habitación como en el salón, en ellas  puede ver las imágenes y los detalles de las informaciones que le interesan.


En el trabajo todo transcurre normal, recibe de Melfis la secretaria, una maquina robot programada para llevar su agenda y además hace de asistente ejecutivo,  y en ocasiones debe responder a la programación de  tomar ciertas decisiones, en los momentos en que Juan no puede estar presente en dos lugares a la vez o simplemente, cuando está de vacaciones, la agenda del día con sus actividades programadas.



Sale del trabajo y va al supermercado por la compra, allá tiene la selección de productos listos para llevar, solo tiene que indicar la cantidad y el tipo de producto a elegir, luego pasa por uno de los casi  cien puestos donde se realiza el pago, la compra es escaneada y al terminar coloca sus huellas digitales y procede a hacer el pago. Luego de esto, un robot prepara los productos para enviarlo a la casa de Juan.

Juan recibe una llamada, es Lola, su amor, ella está junto a sus amigos donde habían quedado de encontrarse. Estando todos juntos, en una terraza, en una plaza del centro de la ciudad, escuchan un sonido estruendoso de cristales y sillas que ruedan por el suelo, todos se voltean en la dirección de la que viene el ruido. Son los  robots que fungen de dependientes  de la tienda de videojuegos “El Futuro está aquí”. Fueron afectados por el virus informático que circula por la red. Están destruyendo todo lo que encuentran a su paso.

 Todas las personas se van despavoridas y dando gritos y dejan la plaza casi desierta. Juan, Lola y sus amigos se quedan tranquilos analizando la manera de operar de las maquinas.  Se activan los policías digitales, revisan el sistema de esos robot que están asociados a esa tienda y logran desactivarlos. Cuando ha vuelto la calma del lugar, según el protocolo de descontinuación de equipos robot, debe incluirse un testimonio de humanos que defienda la idea de sacar de circulación esas máquinas. Preguntan a los únicos presentes para tomar el testimonio de ellos y desactivar o inhabilitar para siempre. Suben en un camión, los equipos para desecharlas.


Toma su coche, recibe un mensaje de  Mastiu en el que le indica que ha recibido la compra satisfactoriamente. Finalmente vuelven a casa y se preparan para dormir.

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